“Mi nombre es Juan. Soy soltero. Tengo 36 años y por fin tengo un contrato laboral indefinido. Así que dejo la casa de mis padres, y me voy a vivir con mi novia. Ella va a montar su propio negocio. Necesitamos dos alquileres: un piso para vivir y un local comercial para trabajar”.
Lo primero que necesita el “casero” es solvencia económica. La garantía “tradicional” es pagar varias cuotas por adelantado, que sirven de fianza.
Otra opción es un aval bancario, que también cuesta dinero.
Y la mejor propuesta es un Seguro de Alquiler que libera a Juan y su novia de la fianza o aval, aporta tranquilidad de cobro al propietario, y permite disfrutar, a ambos (arrendador y arrendatario) de otras ventajas.
Para el arrendatario le supone un ahorro importante a la hora de alquilar, pues puede compensar con un seguro de alquiler la falta de pago de aval y/o de fianzas. Y también puede proteger sus bienes (el contenido) declarados en el seguro en caso de siniestro.
Y para el arrendador son la protección de pagos del alquiler, cubre las rentas de alquiler cuando el inquilino resulta un moroso, también puede cubrir los costes de la acción jurídica de la reclamación contra el inquilino e incluso los actos vandálicos de éste.
¿Alguna duda más…? #Consúltanos.