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Lo que mi padre me enseñó y el seguro me ahorró


Hola, soy Manolo y he perdido a mi padre. Él nunca habló de herencia, pero nos legó una “fortuna”. Recuerdo las excursiones en coche sin aire acondicionado y sin móvil, cantando con mis padres; los juegos con mis hermanas; y las discusiones que terminaban en besos y abrazos de reconciliación. Nos enseñó el respeto con cariño, a trabajar juntos y a compartir nuestras experiencias, preocupaciones y anécdotas del día durante las comidas. Aprendimos el arte de la paciencia, la reflexión y tomamos nota de sus consejos para resolver problemas. Le agradezco los bienes materiales que nos ha dejado, pero, sobre todo, admiro su ejemplo.”


Los padres de Manolo eran muy ordenados y guardaban los papeles importantes en una carpeta azul. Allí dormían el testamento y el “recibo de los muertos” que contrataron en 1977: todo bien atado. Aparte de pagar el entierro, la lápida y la esquela del periódico, el Seguro de Decesos gestionó todos los trámites. “Nosotros prácticamente ni nos enteramos. Habíamos empezado nuestro duelo”.


1.- Se ocupó de conseguir el Certificado de Defunción, varios certificados para poder hacer todas las gestiones.

2.- Realizó la inscripción en el Registro Civil, dentro de las 24 horas siguientes al fallecimiento de mi padre y gestionó la licencia de enterramiento.

3.- Solicitó el Certificado de Últimas Voluntades al Ministerio de Justicia para comprobar posibles modificaciones testamentarias.

4.- Y a la vez solicitó el Certificado de Seguros para comprobar si existía alguna póliza de Vida o Accidentes.


El Seguro de Decesos se ocupa de gestionar todos los trámites necesarios tras la muerte de una persona y así cerrar el último paso en su vida, y por supuesto aliviar este trance a los seres queridos. Pero, además, un Seguro de Decesos también puede hacer el traslado nacional e internacional, ayudar con la gestión del duelo, ofrece servicio de orientación telefónica, ayuda a domicilio, testamentos online, fin de la vida digital…


Manolo y sus hermanas recibieron mucho, mucho…


El dinero va y viene; pero la responsabilidad, el compromiso y la honestidad que aprendimos de nuestros padres, nunca se olvida.”

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