La juventud es el período de la vida ubicado entre la infancia y la edad adulta. Con el paso de los años, el cuerpo se desgasta, mientras madura la mente, que gana lucidez y experiencia. Aprendes a buscar las cosas buenas de la vida, porque las malas llegan solas y sin avisar.
Una simple gripe de diciembre te puede amarrar a la cama durante varios días. No irás al trabajo, no tendrás ganas de leer y ni te plantearás salir a comprar el pan.
Como la mente es libre, recordarás el día que visitaste a un familiar enfermo en el hospital. Estaba en un edificio muy grande con muchos pacientes, y cada uno de ellos con problemas diferentes.
Medita despacio... En la radio han dicho que 10 millones de españoles cuentan con algún tipo de seguro de salud privado. ¡Por algo será! Recomiendan contratarlo cuando aún eres joven y estás sano y podrías encontrar más coberturas por menos precio.
Si lo pruebas, nunca lo dejarás. Cuando tengas hijos también los añadirás a tu póliza porque, al ser tan pequeños, las citas con el pediatra son obligatorias. Después, te acostumbras a elegir el especialista que quieres, en el centro que más te gusta, sin listas de espera y con urgencias ultra-rápidas.
El paso de los años nos demuestra el valor del tiempo. Tiempo de trabajo, tiempo de familia, de ocio, de descanso, de ponerte bien…
Para comprender mejor el valor de un segundo, pregunta a cualquiera que haya sobrevivido a un accidente.
Para comprender el valor de un mes, pregunta a unos padres que hayan tenido un hijo prematuro.
Y para comprender el valor de un día, piensa la larga espera que supone una cita en el especialista cuando tienes un problema de salud y aún no sabes cuál es.
Son reflexiones que nos deciden a contratar un seguro de salud. Y todo… por una simple gripe.